02 octubre 2006

Descubriendo... Australia! (Intro)

Australia suena a lo que es: un país lejano y enorme lleno de sorpresas.
Australia es inmensa. Su superficie es prácticamente igual que la de Estados Unidos o Europa Occidental. Tiene una extensión equivalente a quince veces España, pero con la mitad de población: mientras España tiene una densidad de población de 77´5 hab/km2, Australia tiene sólo 2´44 hab/km2. Imaginad, pues, lo tranquilos que viven los aussies... De hecho, ¡hay más canguros que personas en la isla!

En realidad, basta mirar un mapa para darse cuenta de que Australia es un país muy grande, pero también es cierto que solamente cuando uno está allí, percibe su verdadero tamaño. La mayor isla del mundo precisa de tres días para ser cruzada en tren y cerca de una semana para hacerlo en coche.

La distancia entre Sydney y Darwin es parecida a la que existe entre Madrid y Jerusalén y Perth dista lo mismo de Sydney que de Singapur. Entre el principal punto de entrada al país (Sydney) y el lugar de mayor atracción turística (Cairns, puerta de entrada a la Gran Barrera de Coral) hay tantos kilómetros como de Madrid a Kiev.

Por esta razón, al planear un viaje a Australia hay que tener en cuenta que allí, las proporciones a las que estamos acostumbrados, simplemente no existen.


Mi primer viaje a Australia tenía la siguiente hoja de ruta: aterrizar en Brisbane, la capital del estado de Queensland (también llamado The Sunshine State por su agradable clima costero que abarca miles de kilómetros de playas) para volar en el espacio y el tiempo (el huso horario cambia tres veces en este país) hasta el desierto, The Red Centre. Una vez conquistado el corazón de Australia, volar hacia el norte rozando el sudeste asiático, para descubir frondosas selvas llenas de sorpresas. Y de allí, un salto de nuevo a Queensland para sumergirme en las cristalinas aguas de la Gran Barrera de Coral y una despedida apoteósica de este país en Sydney, ciudad que te atrapa y a la que siempre , siempre, desearás volver.


Empieza ahora mi relato de pisar otro mundo de este mundo, y del revés...



Este post está dedicado a la sombra de Peter Pan. Por querer ver el mundo sin ataduras, y en libertad.

01 octubre 2006

G'Day Australia!

Es una sensación extraña pisar tierra firme tras trece horas dentro de un avión a miles de metros del suelo cruzando el océano más inmenso del planeta...
Más aún lo es, pisarla del revés.

Amanecía en Nueva Zelanda y el aeropuerto de Auckland ya bullía de pasajeros rumbo a donde fuera. Yo recorría los pasillos hacia la zona de tránsito acompañada de Arturo (Athka) y su novio, medio dormida pero completamente feliz.
Si, de repente, me hubieran pellizcado y hubiera despertado en mi cama con el pelo revuelto y los ojos pegados recordando un sueño así, no me habría extrañado en absoluto.. ¡Estaba allí abajo! No parecía real...
Nueva Zelanda me ha evocado siempre un lugar mágico, seguramente influenciada por la literatura y mi imaginación. Lo cierto es que lo estaba siendo, porque esa mañana se convertía, metafóricamente, en mi puerta de entrada al misterioso hemisferio sur.
Me despedí de mis amigos de vuelo, los cuales se dirigían a su casa en Sídney, y corrí hacia la puerta de entrada (o de embarque) a mi destino final en aquel día tan largo: La Terra Australis Incognita... ¡Australia!
Sólo quedaban tres horas más surcando el cielo para conquistarla...
Me senté junto a la ventanilla del avión intentando creer que era cierto que me encontraba allí.
Era todo muy extraño: un manto de nubes cubría a parches las aguas del Pacífico, me servía el insulso desayuno un atento maorí, estaba más cerca que en mi vida entera del Polo Sur y... ¡había desaparecido el 31 de Agosto de mi calendario vital!

Era 1 de Septiembre de 2006. Me había desplazado volando mientras dormía... hacia el futuro.

Descendíamos hacia Brisbane mientras otro guiño mágico de Gaia me sorprendía: ¡estaba volviendo a amanecer! Era un día con dos amaneceres, por lo que, a la lista de surrealistas acontecimientos de aquella jornada, tenía que sumar este tan... especial: una doble bienvenida poética del Sol para despertarme con una sonrisa en las antípodas de mi mundo conocido.

Este post está dedicado a los que soñamos sobre nuestra nube cuando estamos despiertos, deseando no dormirnos por si todo aquello que anhelamos, se hiciera entonces realidad.